Foro la lectura como travesía
¿Por qué leer?
Acabo de llegar a Nueva Delhi después de dos intensos días de viaje desde Colombia y no encuentro mejor manera de significar la lectura que una travesía. No solo porque las lecturas de este curso me acompañaron generosas durante este periplo, sino porque leer va más allá de las palabras. Leer es un acto contemplativo y por lo mismo lleno de sorpresas. Cada uno de los sucesos durante esta correría se filtraron de manera ineludible por las líneas de cada uno de los textos leídos. Los imaginarios sobre un País para mi hasta ahora desconocido como la INDIA, comenzaban a dibujarse como el garabateo de un niño. Y es que la lectura como experiencia estética no se agota en los libros. Es la vida que le damos cuando sus palabras debaten con la realidad. Y nada más relevante y atemporal como un clásico para dialogar. Para resistirse a ver al igual que en el “Mercader de Venecia” la ilimitada capacidad de los humanos para ser ajenos a la desigualdad.
Los más de 350 pasajeros del “787” hicimos el mismo trayecto, aterrizamos en la misma ciudad, pero el “destino” me atrevo a decir no sería el mismo. Una especie de complicidad con el azar haría que la experiencia fuera diferente para todos. Sucede igual con la lectura: elegimos un libro o el libro nos elige, tendremos razones o no para leerlo, lo cierto es que al final habremos conocido quiénes somos y a dónde hemos llegado, tal y como lo dice Italo Calvino gracias a los clásicos. Clásicos que, por supuesto muchas veces abandoné, y ahora me perdono. Así como decía Gabriel García Márquez: “Donde un libro aburre, ahí lo dejo. No lo leo ni por respeto, ni por devoción, ni por obligación. Cuando era niño, empecé a leer El Quijote, me aburrió, lo dejé por la mitad. Después lo volví a leer y releer, pero porque me gustó.”
Leer debe ser una libre y amorosa decisión. Como lo fue mi primera travesía (infancia) y leí sin escalas “La aventura de los cinco” de la escritora inglesa Enid Blyton. O mi segunda travesía (adolescencia) leí a mis favoritos del Boom Latinoamericano: García Márquez, “100 años de soledad” y los vínculos en espiral de las relaciones de la vida y de la muerte. En “Rayuela” de Cortázar descubro cómo una historia al igual que una travesía puede tener diferentes finales. O mi tercera travesía que empieza aquí cuando me vuelvo a preguntar en este fértil escenario de la Maestría, ¿Por qué leer?
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